dijous, 16 de març del 2017

Enric Casulleras: «Es así de simple»

En el siglo XXI las sociedades democráticas resuelven las cuestiones de soberanía sometiéndolas a referendos

Enric Casulleras, profesor de la Universidad de Vic

Un estado está formado por un conjunto de instituciones que han de velar para solucionar los problemas colectivos de su gente: prestar servicios públicos, garantizar el orden y la justicia, construir infraestructuras...

Una buena parte de la población catalana ha llegado a la conclusión de que el Estado español no tiene interés alguno en resolver esos problemas de los catalanes, aunque los catalanes contribuyan como nadie a financiar las instituciones españolas. La experiencia les dice que dentro del Estado español siempre padecerán agravios económicos, que su lengua no va a ser defendida y que la sanidad, la educación y los trenes de cercanías seguirán sufriendo una financiación con insuficiencia crónica. Con toda la lógica del mundo, estos catalanes querrían tener un Estado amigo, y como en España no lo ven posible, desean un Estado catalán.

Naturalmente, hay otros catalanes que no lo ven de este modo, y preferirían seguir como hasta ahora, dentro del Estado español. Ambas posiciones son igualmente legítimas. Pero como en un territorio no puede haber dos estados de manera simultánea, habrá que elegir.

Hasta la fecha no hemos podido hacerlo puesto que antes del siglo XX los estados se conformaban a partir de enfrentamientos militares, matrimonios entre reyes o azares dinásticos. En el siglo XX tampoco pudimos escoger, ya que pasamos de una dictadura (la de Primo de Rivera) a otra (la de Franco) con un interludio muy crispado (la II República); además, a su muerte, Franco lo dejó todo «atado y bien atado».

Sin embargo ya estamos en el siglo XXI, así que todo lo anterior ha pasado a la historia. En el siglo XXI, las sociedades democráticas resuelven las cuestiones de soberanía sometiéndolas a referendos democráticos. Es así de simple y todo el mundo, dentro y fuera de Europa, lo comprende. Cuando los partidos políticos de España dicen que no quieren ni siquiera oír a hablar al respecto, demuestran que siguen con la mentalidad propia del siglo XIX: una mentalidad prepotente, de raíces militares, autoritaria. Una razón más para votar a favor de separarnos de un Estado así.

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